Invertir tiempo para cuidar, escuchar y conectar

Si alguien te califica o evalúa como comunicador, ¿qué calificación obtendrías? ¿Crees que eres capaz de comunicarte eficazmente la mayor parte del tiempo?

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: INVERTIR TIEMPO PARA CUIDAR, ESCUCHAR Y CONECTAR, una reflexión de Robert J. Tamasy.

Habiendo dedicado toda mi carrera a las comunicaciones (primero como editor de un periódico, luego editor de revistas, director de publicaciones y comunicaciones, y autor y editor de libros), el arte y la complejidad de comunicar siempre me han fascinado. Empleamos innumerables medios para transmitir nuestros mensajes.

La comunicación ha evolucionado de maneras nuevas e innovadoras que la mayoría de nosotros nunca hubiéramos imaginado hace apenas unas décadas. Durante siglos, los pensamientos se transmitieron oralmente y luego se escribieron a mano. La invención de la imprenta revolucionó las comunicaciones, plasmando palabras e ideas en papel. Con la llegada del telégrafo y el teléfono, las personas pudieron por primera vez comunicarse a largas distancias. La radio y la televisión aportaron inmediatez a la información y las ideas que debían expresarse. Luego, la tecnología informática dio un vuelco a las comunicaciones, brindándonos cosas como el correo electrónico, la mensajería instantánea, los sitios web, los motores de búsqueda, los blogs, los podcasts, las redes sociales y las videoconferencias.

Sin embargo, incluso con todos estos avances, la esencia de la comunicación no ha cambiado. Durante mis años de enseñanza de comunicaciones empresariales, ofrecí una forma sencilla de definir las comunicaciones: «El intercambio exitoso de significado». Es decir, el «remitente», el individuo que desea comunicar un mensaje específico, y el «receptor», la persona a quien se dirige el mensaje, entienden mutuamente lo que se está comunicando. Esto es válido ya sea que se comunique con millones o con una sola persona.

El consultor de liderazgo Tim Kight falleció recientemente tras una larga batalla contra el cáncer, pero su sabiduría sigue influyendo en las personas de muchas maneras. A menudo hablaba de las comunicaciones interpersonales y sus desafíos. Por ejemplo, dijo: «Invierta tiempo en preocuparse, escuchar y conectarse. Cuando te preocupas, buscas comprender. Cuando escuchas, creas conexiones personales que permiten altos niveles de comunicación y colaboración. Cuando te conectas, compartes ideas y perspectivas y tomas mejores decisiones». Siguiendo este consejo, logramos el exitoso intercambio de significado.

En la Biblia descubrimos muchas verdades para comunicarnos y relacionarnos con los demás de manera positiva y beneficiosa. Éstos son sólo algunos de los principios presentados en la Palabra de Dios:

1. Reconociendo el impacto de nuestras comunicaciones. Las palabras pueden animar, motivar, sanar e inspirar. También pueden causar grandes daños si se usan sin cuidado. «En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto» [Proverbios 18:21 NVI].

2. Escuchar atentamente demuestra nuestro interés en otros. A menudo, en las conversaciones la gente no escucha; simplemente esperan a que la otra persona deje de hablar. Cultivar la habilidad de escuchar demuestra un cuidado genuino por la otra persona. «Precipitarse a responder antes de escuchar los hechos es a la vez necio y vergonzoso» [Proverbios 18:13 NTV].

3. Responda apropiadamente. Después de haber escuchado lo que la otra persona tiene que decir –no sólo las palabras sino también el corazón– podemos responder reflexivamente de manera significativa y comprensiva. «A todo el mundo le gusta una respuesta apropiada; ¡es hermoso decir lo correcto en el momento oportuno!» [Proverbios 15:23 NTV].

Tratar a los demás como deseamos que nos traten a nosotros. La llamada «regla de oro» de anteponer los intereses de los demás es un principio sólido que seguir mientras nos esforzamos por comunicarnos eficazmente con los demás. «Traten a los demás como les gustaría que los demás los trataran a ustedes» [Lucas 6:31 TLA].

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