Somos el promedio de nuestros cinco amigos más cercanos

¿Puedes pensar en algún momento en el que intencionalmente elegiste terminar una amistad o decidiste no buscar a alguien como amigo? Si es así, ¿cuáles fueron tus razones? ¿Cuál crees que hubiera sido el resultado si hubieras mantenido esa amistad?

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: SOMOS EL PROMEDIO DE NUESTROS CINCO AMIGOS MÁS CERCANOS, una reflexión de Jim Mathis.

A menudo se ha dicho que somos el promedio de nuestros cinco amigos más cercanos. No sé si los datos reales pueden respaldar esta afirmación, pero parece tener sentido. Tendemos a disfrutar más de pasar tiempo con personas que son como nosotros. Lo más probable es que nuestros mejores amigos tengan una educación como la nuestra y situaciones financieras similares. A nuestros amigos probablemente les gusten las mismas cosas y pueden compartir nuestras opiniones religiosas o políticas.

Podemos verlo de otra manera: podemos elegir amigos según quiénes deseamos ser y qué queremos saber. Si queremos aprender más sobre el fútbol, ​​podemos entablar amistades con quienes conocen el juego, ir a los partidos con ellos y hacer preguntas. Esto se aplica a casi todos los ámbitos de la vida. Literalmente podemos definir nuestras vidas por los amigos que elegimos.

Durante muchos momentos diferentes de mi vida, he buscado grupos de amigos a los que aspiraba ser. Me uní a la Cámara de Comercio, a grupos de estudio bíblico y a organizaciones de voluntarios porque quería estar cerca de esas personas, aprender de ellas y, en última instancia, llegar a ser más como ellas. La inteligencia es contagiosa y si queremos ser más inteligentes, pasemos tiempo con gente inteligente. Puede ser tan simple.

Lo contrario también es cierto. Hace años, un amigo guitarrista solía decir: «Ser tonto es contagioso». Lo decía en broma y todos se reían, pero hablaba en serio. Generalmente lo decía justo después de que alguien dijera algo totalmente ridículo… y justo antes de levantarse y marcharse. Seguí su consejo y he evitado conversaciones con personas que quieren hablar sobre teorías de conspiración actuales o que tienen poca idea de lo que están hablando en general.

Si hemos elegido casarnos, nuestra amistad más importante debería ser nuestro cónyuge. Cuando las personas eligen un cónyuge, están marcando la trayectoria de su vida. Puede que no me hubiera dado cuenta de esto hace 50 años, cuando mi esposa y yo nos casamos, pero ciertamente resultó ser así. Tener las mismas aspiraciones y compartir los mismos valores en la vida es mucho más importante y duradero que la atracción externa.

La Biblia tiene mucho que decir sobre los tipos de personas con las que nos relacionamos, su influencia en nuestras vidas y viceversa. Aquí hay algo de sabiduría de las Escrituras sobre las amistades:

1. Deberíamos ser selectivos al elegir amigos. Podríamos atraer a algunos amigos, pero ¿a cuántos de ellos les importará lo suficiente como para invertir tiempo y energía para conocernos de verdad? «El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano» [Proverbios 18:24 RVR1960].

2. Debemos buscar amigos con buen carácter. Los amigos adecuados nos elevan, en lugar de derribarnos. «Camina con sabios y te harás sabio; júntate con necios y te meterás en dificultades» [Proverbios 13:20 NTV].

3. Debemos evitar la influencia de personas sin principios. Suponer que podemos tener un impacto positivo en personas con malas intenciones suele resultar inútil. «No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él! ¡Aléjate de allí y sigue de largo!» [Proverbios 4:14-15 NVI].

4. Debemos hacernos amigos de personas en las que podamos confiar. Podemos encontrar muchas personas que pasarán tiempo con nosotros cuando las cosas vayan bien, pero un verdadero amigo es aquel en quien podemos confiar para recibir ayuda, aliento y apoyo durante los momentos difíciles. «En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia» [Proverbios 17:17 RVR1960].

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