Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: TODOS ESTAMOS «BAJO INFLUENCIAS»… ELIGE LAS BUENAS, una reflexión de Robert J. Tamasy.
Una de las peores cosas que pueden suceder al conducir un vehículo motorizado es ser citado por conducir «bajo la influencia». Esto suele referirse a conducir en estado de ebriedad o controlado por algún tipo de droga. Pero también podemos dejarnos influenciar por las redes sociales, por la publicidad llevándonos a comer cosas no muy saludables o incluso por la mala actitud de un conductor que nos encontramos en el camino. Permitir que tales influencias nos afecten negativamente no es inteligente.
Dondequiera que estemos; en reuniones de trabajo, haciendo llamadas de ventas, yendo al gimnasio a hacer ejercicio o relajándonos en nuestros hogares, todos estamos constantemente «bajo la influencia» de muchos factores diferentes. La pregunta es: ¿a qué (o a quién) le permitimos que nos influya?
Podemos ser influenciados por nuestros pares, personas con quienes trabajamos y para quienes trabajamos, en diversos entornos. Estamos influenciados por la publicidad. Estamos influenciados por los medios de comunicación, las películas, el teatro y la música que escuchamos. Quizás la mayor influencia que nos afecta en el siglo XXI proviene del «ciberespacio»: las numerosas formas de comunicación disponibles en internet.
Ahora tenemos personas que se conocen como «influencers». Algunas son celebridades muy conocidas; otros son personas comunes y corrientes que desarrollan un gran número de seguidores en busca de información (sea verdadera o no) que se comunican a través de podcasts, blogs y redes sociales. Parte de esta influencia es buena y útil, pero gran parte de lo que vemos y oímos distrae, en el mejor de los casos, y es destructivo, en el peor. Entonces, ¿cómo vamos a controlar lo que nos influye?
Chris Simpson, presidente de CBMC International, lo expresa de esta manera: «Crear influencia humana es barato y fácil: dile a la gente lo que quiere oír. La influencia divina es costosa: desafiará y reprenderá, al mismo tiempo que anima y fortalece».
Las Escrituras dan pautas útiles para determinar qué influencias debemos aceptar y cuáles debemos evitar. La Biblia también ofrece principios sobre cómo podemos ser una influencia positiva para los demás:
1. Hay influencias que deberíamos acoger con agrado. Estamos rodeados de influencias negativas e incluso dañinas. No tenemos que buscarlas… ellas nos encuentran. En cambio, deberíamos buscar activa e intencionalmente influencias que nos fortalezcan y mejoren nuestras vidas. «Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza» [Filipenses 4:8 NTV].
2. Hay influencias que deberíamos emular. ¿Quiénes son las personas que te rodean y que parecen mejorar la vida, para ti y para los demás? Deberíamos intentar aprender de ellos. Y debemos esforzarnos por convertirnos en ejemplos e influencias positivos para otras personas. «No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes» [Filipenses 4:9 NTV].
3. Hay influencias que debemos evitar. A veces ni siquiera somos conscientes de la influencia que las personas tienen sobre nosotros. La mejor manera de atemperar las influencias negativas es alejarse de las personas tóxicas, que tienden a envenenar el ambiente allá donde van. «No te hagas amigo de la gente irritable, ni te juntes con los que pierden los estribos con facilidad» [Proverbios 22:24 NTV].