Equipos ganadores y eslabones más débiles

¿Te suenan frases como estas?: «Yo vine a trabajar, no a hacer amigos». «Cada quien que haga lo suyo y punto». «Mientras yo cumpla, lo demás no me importa». Suena fuerte… pero muchos piensan así. La pregunta es: ¿hasta dónde puedes llegar solo, comparado con lo que podrías lograr con un buen equipo? Trabajar juntos no es fácil… ¡pero es poderoso!

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: EQUIPOS GANADORES Y ESLABONES MÁS DÉBILES, una reflexión de Robert J. Tamasy.

Un viejo refrán dice: «Una cadena es tan fuerte como lo es su eslabón más débil». Una cadena, ya sea enrollada alrededor de la muñeca de alguien, sujetando a un perro agresivo o suspendiendo un objeto pesado, no puede cumplir su propósito si uno o más de sus eslabones están debilitados. Este principio también se aplica a muchos ámbitos de la vida, como la formación y el mantenimiento de equipos fuertes, ya sea en campos deportivos y estadios o en el mercado.

Otra verdad que se aplica aquí es: «Una persona no puede hacer un equipo, pero una persona puede destruirlo». En otras palabras, ni el miembro más talentoso de un equipo puede garantizar su éxito. Pero el fracaso de un solo miembro puede contribuir en gran medida a su caída.

Hace años, tuve el privilegio de viajar a Brasil para una serie de reuniones con líderes empresariales y profesionales que deseaban aprender a representar a Jesucristo de forma más eficaz en sus puestos, utilizando estrategias de CBMC. En una de las sesiones, usé el fútbol como ejemplo. Cuando todos los jugadores juegan en sus posiciones de forma unificada, a menudo se puede lograr la victoria. Sin embargo, si incluso un jugador no cumple con su deber, especialmente el portero, la derrota es probable.

Usando esa analogía, expliqué a mis amigos en Brasil que la clave para un ministerio fructífero en el mercado laboral no residía en una sola persona, como había sucedido en el pasado, sino en reconocer sus diversas fortalezas, ser comprensivos con las debilidades de los demás y determinar cómo asignar diversas responsabilidades mientras se esfuerzan por alcanzar los mismos objetivos: presentar a Jesucristo como Salvador y Señor a quienes conocieron en el ámbito laboral y ayudar a los seguidores de Jesús a convertirse en discípulos fructíferos.

La Biblia no es una guía deportiva, pero nos dice mucho sobre la importancia del trabajo en equipo. Por ejemplo:

1. Todos juegan un papel importante en el equipo. Imaginen que los percusionistas no interpretaran sus partes en la conmovedora «Obertura 1812» de Peter Tchaikovsky. O que dos teclas del piano estuvieran terriblemente desafinadas cuando un pianista virtuoso tocara la «Sonata Claro de Luna» de Beethoven. Los resultados no serían buenos. La Biblia dice que: «El cuerpo es uno, aunque está compuesto de muchos miembros, y aunque todos sus miembros son muchos, forman un solo cuerpo. Así es con Cristo… Dios ha combinado los miembros del cuerpo y ha dado mayor honor a los miembros que faltaban, para que no haya división en el cuerpo» [ver 1 Corintios 12:12-31].

2. Los equipos brindan apoyo cuando es necesario. Incluso en un buen equipo, las cosas no siempre salen bien. Un miembro del equipo con dificultades puede beneficiarse del apoyo y el ánimo de los demás: «Mejores son dos que uno, porque obtienen una buena recompensa por su trabajo. Si uno cae, su amigo lo levanta; pero ¡ay del hombre que cae y no tiene quien lo levante!… Aunque uno pueda ser vencido, dos pueden defenderse. Una cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente» [ver Eclesiastés 4:9-12].

3. Todos pueden hacer una contribución única. Algunos miembros del equipo pueden recibir más atención, pero todos contribuyen, desde el director ejecutivo hasta el conserje. Los necesitamos a todos. La Biblia expresa: «[ninguno] tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe» [Romanos 12:3-6 RVR].

Preguntas para la reflexión/discusión

1. ¿Alguna vez has formado parte de un equipo, ya sea en el trabajo, en el deporte o en una asociación no lucrativa, en el que uno o más miembros incumplían sistemáticamente con sus responsabilidades? ¿Cómo fue la experiencia? ¿Cómo te sentiste al respecto?

2. ¿Cómo respondes si te piden que desempeñes un puesto en un equipo para el que no se sientes capacitado? ¿Es mejor simplemente rechazar la asignación? ¿De qué maneras puedes ayudar a identificar cómo tú, y otros, que se adaptan mejor a los objetivos generales del equipo?

3. ¿La analogía del funcionamiento del cuerpo humano, con sus diferentes partes, te ayuda a comprender mejor la dinámica de un equipo eficaz?

4. ¿De qué maneras podemos asegurarnos de reconocer las contribuciones de cada miembro del equipo, especialmente de aquellos cuyos roles no son tan visibles o prominentes?

Desafío para esta semana

Tómate un tiempo para evaluar tu desempeño como parte de un equipo. ¿Te reconocen como un miembro eficaz del equipo o prefieres trabajar de forma independiente? Incluso si tu personalidad te permite trabajar mejor solo, ¿cómo puedes esforzarte por ser un miembro más fuerte del equipo cuando sea necesario?

Para obtener ayuda para evaluar tus fortalezas y debilidades como parte de un equipo, pide retroalimentación a un amigo de confianza, un mentor, un compañero de responsabilidad o a tu grupo de apoyo de CBMC.

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