Creando una «DISRUPCIÓN SANTA» en el lugar de trabajo

¿Cuánto de tu vida profesional aceptas como «normal» sin cuestionar si refleja un carácter maduro? No basta con ser efectivo; la verdadera transformación nace cuando lo que hacemos es también en línea con la voluntad de Dios. ¿Te atreves a desafiar el statu quo y liderar una renovación que trascienda lo común?

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: CREANDO UNA «DISRUPCIÓN SANTA» EN EL LUGAR DE TRABAJO, una reflexión de Chris Simpson.

Las «mejores prácticas» han sido durante mucho tiempo valoradas en el liderazgo. Ofrecen eficiencia, eliminan la reinvención innecesaria y aprovechan la sabiduría acumulada de quienes nos precedieron. De igual manera, los estándares de la industria proporcionan marcos estructurados, permitiendo que profesionales y organizaciones operen con mayor claridad y consistencia.

Al inicio de mi carrera en el Servicio Secreto de Estados Unidos, aprendí rápidamente el valor de tales estructuras. Existía un ethos sencillo: «la forma en que hacemos las cosas». Estos estándares creaban estabilidad en momentos de incertidumbre, ofreciendo una serie de «faroles» para guiarme cuando los tiempos se volvían agitados, si no caóticos.

Sin embargo, queda una pregunta crucial: ¿Qué sucede cuando «la forma en que hacemos las cosas» es rentable y eficiente, pero está profundamente desalineada con los propósitos de Dios? La Escritura habla directamente de esta tensión. Cuando Israel se preparaba para entrar en la Tierra Prometida, para enfrentarse a un pueblo cuyas prácticas y sistemas parecían «funcionar» según los estándares del mundo, Dios advirtió a Moisés en el monte Sinaí: «Ten mucho cuidado de no hacer tratados con los pueblos que viven en la tierra adonde te diriges. Si los haces, seguirás sus malos caminos y quedarás atrapado» Éxodo 34:12 (NTV).

A pesar de toda su innovación y logros, el mercado no está exento de trampas. Los sistemas económicos globales — notables en muchos aspectos — a menudo se construyen sin referencia a la dignidad de la persona humana ni a la justicia de Dios. Se rigen principalmente por las frías métricas de la ganancia, la eficiencia y el crecimiento. Y cuando el carácter de Dios no es el fundamento, la corrupción, la explotación y la idolatría nunca están lejos, incluso bajo la bandera de la «mejor práctica».

Para los líderes cristianos, el discernimiento no es opcional; es esencial. Como pueblo apartado por Dios, no podemos adoptar sin crítica los estándares que nos rodean. Cada práctica, política y alianza debe medirse contra el carácter de Cristo y la verdad de Su Palabra.

Pero el discernimiento por sí solo no basta. El llamado desde el Sinaí va más allá. La instrucción de Dios a Su pueblo no fue sólo evitar el compromiso, sino también transformar activamente el entorno: «Ustedes derribarán sus altares y harán pedazos sus estatuas y sus imágenes de Asera» Éxodo 34:13 (RVC). En el ámbito profesional, esto es un llamado no sólo a la integridad personal sino también a la transformación institucional. Ejecutivos, emprendedores y profesionales cristianos están llamados a ser agentes de renovación, al promover prácticas y construir organizaciones que reflejen la justicia, la belleza y la verdad de Dios.

No se nos ha encargado rechazar la excelencia; se nos llama a redefinirla. No se nos llama a abandonar el mercado; se nos envía a redimirlo. No se nos llama a construir imperios privados; se nos invita a administrar la influencia para el Reino de Dios. Como nos recuerda el autor de Hebreos, buscamos «la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» Hebreos 11:10 (RVR1960). Esta es la obra de una disrupción santa, y oro para que estés listo para ella:

• Operar con excelencia moldeada por la justicia.

• Liderar con sabiduría gobernada por la humildad.

• Construir con poder dirigido por el amor.

Preguntas para reflexión y discusión

  1. ¿Qué áreas de tu vida profesional has aceptado como «normales» sin considerar si se alinean con el carácter de Dios?
  1. ¿Cómo puedes discernir si una «mejor práctica» es meramente efectiva o realmente piadosa? ¿Qué criterios pueden guiar ese discernimiento?
  1. ¿Por qué podría ser más fácil conformarse a los estándares existentes que involucrarse en la obra de una disrupción santa? ¿Qué nos detiene?
  1. ¿Dónde ves oportunidades en tu esfera de influencia para liderar una renovación o transformación cultural, en lugar de simplemente operar dentro del statu quo?

Desafío para esta semana

Evalúa tu liderazgo. Identifica un área de tu vida empresarial o profesional — quizá un proceso de contratación, una interacción con clientes o un estándar de éxito — y pregúntate: ¿Esto se alinea con el carácter de Cristo? Si no, considera en oración cómo podrías comenzar a transformarlo, incluso de maneras pequeñas pero significativas, para reflejar la justicia, la sabiduría y la gracia de Dios.

Luego, invita a otros a participar en el proceso. Busca un colega, un mentor o miembros de tu equipo CBMC — no sólo para que te animen, sino para que te ayuden a discernir. Pídeles que aporten su visión bíblica, consejo sabio y rendición de cuentas compartida mientras buscas liderar con mayor fidelidad.

La disrupción santa no comienza con instituciones. Comienza con hombres y mujeres dispuestos a ser examinados, refinados y apartados para la gloria de Cristo.

Que, por la gracia de Dios, seamos líderes que no sólo tengan éxito en el mercado, sino que apunten —en cada decisión, estándar y práctica bajo nuestra influencia— al valor incomparable de Jesucristo. Las ganancias pasarán, pero la gloria de Cristo no.

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