Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: ¿CUÁLES SON TUS METAS FINALES?, una reflexión de Robert J. Tamasy.
Como empresarios y profesionales, lo que hacemos se rige, al menos en parte, por objetivos: objetivos de ventas o productividad; objetivos diarios; objetivos de proyectos; objetivos financieros; objetivos profesionales. Probablemente podrías añadir más. Pero ¿alguna vez has pensado en términos del objetivo final de tu vida?
Recientemente vi un breve video en el que un pastor describía una reunión con un empresario de su congregación. El empresario planeaba dejar la iglesia porque el pastor lo había ofendido con algo dicho en su sermón. El pastor le preguntó qué le había parecido tan ofensivo.
El empresario recordó que el pastor había comentado que no era prudente que alguien se esforzara por ganar la mayor cantidad de dinero posible, luego se mudara a una zona de retiro popular y pasara el resto de su vida jugando al golf. El empresario se sintió ofendido porque eso era exactamente lo que pretendía hacer.
En respuesta, el pastor le sugirió al empresario que estaba trivializando su vida, dedicando sus capacidades para jugar al golf en lugar de usar los dones y la experiencia que Dios le dio para influir en las personas. Dijo: «Cuando entregas tu vida a Jesucristo, Él te llama a ser una influencia: a usar tu poder, habilidades y talentos para influir en el mundo que te rodea para bien, convirtiéndolo en un lugar mejor».
Con mucha frecuencia pasamos nuestras horas de trabajo esperando con ansias el fin de semana. Pasamos nuestras carreras esperando con ansias la jubilación para poder «por fin hacer lo que quiero». ¿Alguna vez has considerado que lo que haces en el trabajo, donde lo haces actualmente, es precisamente lo que Dios quiere que hagas?
La Biblia menciona la jubilación solo una vez. En el libro de Números del Antiguo Testamento se dice de los levitas, los sacerdotes ceremoniales de Israel: «…se jubilarán a los cincuenta años. Después de su jubilación podrán ayudar a sus compañeros levitas como guardias en el tabernáculo, pero no podrán oficiar en las ceremonias. Así es como asignarás los deberes a los levitas» [Números 8:25-26 NTV]. Dios tenía un plan de sucesión para los sacerdotes que realizaban los sacrificios rituales, pero incluso entonces, los sacerdotes «retirados» debían continuar ayudando a quienes los habían reemplazado.
Todos somos únicos, con diferentes intereses, habilidades, experiencias de vida y, para los seguidores de Jesucristo, dones espirituales que Dios quiere que usemos para sus propósitos divinos. Como dice claramente Colosenses 3:23-24: «Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente, porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor» [RVC].
Hay momentos para descansar y relajarse, como ya comentamos en ediciones anteriores de Maná del Lunes. Pero tener como meta de vida trabajar solo lo suficiente para acumular suficientes recursos y poder aislarnos del mundo y dedicar todas nuestras horas de vigilia a actividades sin impacto eterno no tiene mucho sentido.
En su llamado «Sermón del Monte», Jesús habló de centrarse en las cosas que perdurarán por la eternidad: «No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar» [Mateo 6:19-20 NTV]. El golf, o cualquier pasatiempo que elijamos, puede ser divertido, pero es poco probable que encontremos allí muchos tesoros que perduren por la eternidad.
Preguntas para la reflexión/discusión
1. ¿Te identificas con el empresario que se esfuerza por ganar el máximo dinero posible para poder retirarse a un buen lugar de retiro y dedicar el resto de su vida a su pasatiempo favorito?
2. ¿Crees que los talentos, habilidades y capacidades que posees, en última instancia, te fueron otorgados por Dios, lo que significa que eres responsable de administrarlos fielmente para la gloria de Dios? ¿Por qué sí o por qué no?
3. Suponiendo que tú crees que lo que aporta al trabajo, incluyendo los dones espirituales y la experiencia acumulada durante años en el mercado laboral, en última instancia te ha sido confiado por Dios, ¿cómo debería afectar esto tu enfoque en el trabajo diario?
4. Jesús habló de «acumular tesoros en el cielo» en lugar de «tesoros en la tierra». ¿Qué crees que quiso decir? ¿Cómo crees que se ve esto en la práctica?
Desafío para esta semana
Al despertarte cada día y prepararte para ir a trabajar, ¿te viene a la mente la idea de que «todo lo que hagas, hazlo como para el Señor»? Si es así, ¿cómo afecta esto tu actitud y enfoque respecto a lo que harás?
Intenta dedicar un tiempo esta semana a hablar sobre esto con un amigo cercano, un consejero de confianza, un mentor o un grupo de apoyo para conocer su opinión sobre su significado práctico. Si admites que has sido como el empresario que pretende dedicar sus años de jubilación a lo que podrían considerarse «actividades triviales», comparte con él tus ideas basándote en lo que has leído en el Maná del lunes de esta semana.