¿Sufres del “reflejo Semmelweis”?

¿Alguna vez has escuchado hablar del «Reflejo Semmelweis»? Se trata de un fenómeno psicológico que describe cómo muchas veces las personas rechazan nueva evidencia o conocimiento simplemente porque contradice normas o creencias ya establecidas. Piensa un momento: ¿lo has visto en acción en tu lugar de trabajo? Es sorprendente notar cómo lo que podría traer crecimiento y transformación genera incomodidad, resistencia o incluso rechazo. ¿Por qué crees que tantas personas se sienten amenazadas cuando se introducen nuevas ideas, principios o prácticas?

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: ¿SUFRES DEL “REFLEJO SEMMELWEIS”?, una reflexión de Rick Boxx.

Ignaz Semmelweis fue un médico y científico húngaro que, a mediados del siglo XIX, implementó procedimientos de lavado de manos para los médicos del Hospital General de Viena. Esta práctica redujo la incidencia de muertes maternas, entonces llamada «fiebre puerperal», del 18% al 2%. Semmelweis, conocido como el «salvador de las madres», fue un pionero en la política y las prácticas médicas antisépticas que hoy se han vuelto comunes.

En aquel tiempo, sin embargo, muchos en la comunidad médica se sintieron ofendidos al serles dicho que las manos de un «caballero» pudieran transmitir enfermedades. Debido a esta actitud y a la resistencia al cambio, los médicos continuaron unánimemente con sus procedimientos mortales. Afortunadamente, la sabiduría ofrecida por el «padre de la higiene de manos» no fue ignorada para siempre, y las tasas de mortalidad durante el parto se redujeron de manera dramática.

Una resistencia como la que recibió Semmelweis no fue una respuesta única. Muchos de los grandes avances de la historia fueron, al inicio, rechazados u opuestos porque contradecían la sabiduría convencional. Este comportamiento, a veces llamado «pensamiento grupal» o «sesgo de confirmación», se conoce como el Reflejo Semmelweis.

Esto lo vemos en el mundo empresarial todo el tiempo. Tal vez tú mismo has respondido de maneras similares. No solemos incomodarnos con los cambios cuando somos nosotros quienes los iniciamos, pero cuando un cambio significativo nos es impuesto, tendemos a resistirnos y a quejarnos: decimos cosas como: «¡Pero, por qué cambiar, siempre lo hemos hecho así!».

Esto sucede con la nueva tecnología. Cuando se introdujeron los teléfonos móviles, muchos se mostraron reacios a probarlos, no solo por el costo, sino también por la falta de familiaridad. Un amigo escritor, cuando le ofrecieron su primera computadora de escritorio, inicialmente se resistió. Pensó: «Mi máquina de escribir electrónica funciona perfectamente bien». Sin embargo, una vez que probó la computadora, rápidamente pidió que se llevaran su confiable máquina de escribir.

En la Biblia encontramos muchos ejemplos de mentes aferradas a lo antiguo, resistentes al cambio. Especialmente en los fariseos y saduceos, líderes religiosos rígidos y de corazón duro. Tal vez nunca oyeron hablar del Reflejo Semmelweis, pero actuaban como si lo hubieran inventado.

En los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, vemos numerosos incidentes donde estos «expertos de la Ley» presentaron fuerte oposición al ministerio y las enseñanzas de Jesucristo, considerándolo un radical y alborotador, una amenaza para las prácticas y rituales religiosos que ellos defendían.

Cuando resistían Sus enseñanzas sobre arrepentimiento, perdón y misericordia, lanzaban muchas acusaciones contra Él. En respuesta, Jesús decía cosas como: «¡Camada de víboras! ¿Cómo pueden ustedes, que son malos, decir algo bueno?» (Mateo 12:34, NVI). En otra ocasión, reprendió a los líderes por su hipocresía: «¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?» (Mateo 23:33, RVR1960). Sin embargo, Jesús habló con más ternura a sus discípulos de corazón dócil. Les dijo: «Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven» (Lucas 10:23, RVC). Esto es especialmente importante cuando tratamos con la verdad espiritual, pero también es válido cuando enfrentamos cambios en el ámbito empresarial. Cuando se introduzcan ideas nuevas y frescas, procuremos ver lo que el Señor ve, y no solamente lo que nuestra industria aprueba.

Sabiendo que Dios está consciente de las circunstancias que enfrentamos, podemos hallar seguridad en Proverbios 3:5-6, que nos dice: «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar» (NTV).

Preguntas de Reflexión/Discusión

  1. El «Reflejo Semmelweis» se define como «un fenómeno psicológico en el que las personas rechazan nueva evidencia o conocimiento porque contradice normas o creencias establecidas… lo que conduce al rechazo de ideas nuevas y transformadoras». ¿Habías escuchado de esto antes de leer este Maná del Lunes? ¿Has observado algo similar ocurriendo en el lugar de trabajo?
  2. ¿Por qué crees que muchas personas se sienten incómodas o incluso amenazadas cuando se introducen nuevas ideas, principios o prácticas?
  3. ¿Cómo piensas que podría estar involucrado el Reflejo Semmelweis cuando se introduce el concepto de integrar las creencias espirituales en las prácticas cotidianas del lugar de trabajo? ¿Cómo respondes cuando alguien dice que la Biblia y la fe en Jesucristo no tienen relevancia en el mundo empresarial?
  4. Cuando te enfrentas a un cambio no deseado, ¿cómo sueles responder? ¿La confianza en Dios y en Su participación en cada área de la vida te ayuda a enfrentar tales desafíos? Explica tu respuesta.

Desafío para esta semana

¿Estás luchando por manejar cambios que te están siendo impuestos en tu lugar de trabajo? ¿O quizás enfrentas oposición al intentar introducir cambios que consideras beneficiosos? Si es así, busca a un buen amigo, mentor o consejero con quien conversar y pídele que ore para que tengas la sabiduría de Dios al responder.

Y si en este momento no estás lidiando con cambios difíciles, tal vez puedas animar a alguien que sí necesita enfrentar tales desafíos. Con la multitud de cambios que todos experimentamos en el ámbito empresarial, la pregunta no es «si» tendremos que encontrar maneras de sobrellevar cambios incómodos, sino «cuándo».

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