Regresando a los fundamentos del trabajo

¿Por qué te levantaste hoy para ir a trabajar? ¿Por necesidad, ambición... o propósito? Volver a lo básico no es retroceder, es recordar para quién y por qué hacemos lo que hacemos.

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: REGRESANDO A LOS FUNDAMENTOS DEL TRABAJO, una reflexión de Robert J. Tamasy.

Vince Lombardi fue un entrenador legendario en el futbol americano profesional, que condujo a los Empacadores de Green Bay a cinco campeonatos. Poseía una gran experiencia como entrenador, pero un principio que siempre mantuvo fue no olvidar nunca lo básico. Antes del primer entrenamiento de cada nueva temporada, Lombardi siempre levantaba un balón y decía: «Señores, esto es un balón».

Sus jugadores sabían lo que era un balón. Ya llevaban años participando en ese deporte. Pero Lombardi entendía la importancia de nunca perder de vista los fundamentos, tal como un pianista virtuoso sigue practicando escalas en el teclado aun después de muchos años de conciertos.

De manera similar, para quienes hemos sido llamados a servir a Jesucristo en el mundo de los negocios y las profesiones, también debemos hacer pausas de vez en cuando para revisar y recordarnos a nosotros mismos lo «básico»: el porqué de lo que hacemos cada día en el mercado laboral. Así que, siempre es un excelente momento para recordar algunos principios bíblicos que se aplican a todos los que estamos activos en el entorno laboral, como estos:

1. Para quién trabajamos en realidad. Usualmente vamos a trabajar con la esperanza de agradar o impresionar a nuestro supervisor, gerente, director general o dueño de la empresa. Pero se nos dice que trabajemos como si la placa en la oficina del jefe dijera: «Jesucristo». «Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor» (Colosenses 3:23-24, NVI).

2. La calidad de nuestro trabajo. Consideremos el detalle exquisito con el que Dios diseñó nuestro mundo. La maravilla y belleza de Su obra son indescriptibles. Si el Señor demuestra tal excelencia en Su trabajo, ¿no deberíamos nosotros esforzarnos por buscar la misma excelencia como portadores de Su imagen? «Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó» (Génesis 1:27, NTV). «Y todo lo que hagan o digan, háganlo como representantes del Señor Jesús, y den gracias a Dios Padre por medio de él» (Colosenses 3:17, NTV).

3. Cuál es nuestro propósito en el trabajo. En el plan eterno de Dios para este mundo, Él nos diseñó a cada uno con dones, talentos y habilidades únicos. Todos ellos tienen el propósito de traerle honra y reflejar Su carácter. «Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica» (Efesios 2:10, NVI). «Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien» (Salmos 139:14               , NVI).

4. Estamos totalmente equipados para trabajar. La educación y la capacitación pueden prepararnos para llevar a cabo responsabilidades específicas, pero nuestro «manual» sobre cómo debemos desempeñarnos en el trabajo es la Palabra de Dios, la Biblia. «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17, NVI).

5. A quién representamos realmente. Cuando somos contratados por una empresa u organización, se espera que representemos adecuadamente a nuestro empleador. Sin embargo, como seguidores de Cristo, representamos al Señor, comunicando el mensaje de salvación y transformación de vida del evangelio a toda persona con la que nos encontremos. «Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios» (2 Corintios 5:20, RVR1960).

Preguntas para Reflexión y Diálogo

  1. Cuando te levantaste esta mañana para prepararte para el trabajo, ¿por qué lo hiciste? ¿Para ganar dinero y pagar cuentas, buscar un ascenso, o hacer algo que disfrutas? ¿Alguna vez te has despertado con la idea: «Hoy voy a trabajar para Dios»? Explica tu respuesta.
  2. ¿Con qué frecuencia —si es que alguna— revisas los fundamentos, lo básico de lo que haces, ya sea en tus habilidades laborales, la misión de tu organización o lo que se requiere para sobresalir en alguna actividad que disfrutas? ¿Cuáles podrían ser algunos beneficios de hacerlo periódicamente?
  3. ¿Puedes pensar en otros principios bíblicos que hayas encontrado útiles en tus responsabilidades laborales diarias? Si es así, comenta uno o dos.
  4. ¿Qué diferencia hace si conscientemente enfrentamos nuestro trabajo cada día desde la perspectiva de ser siervos y representantes de Dios?

Desafío para esta semana

Ver nuestras vidas y nuestro trabajo a la luz de las enseñanzas bíblicas es lo que muchos llaman una «cosmovisión bíblica». ¿Crees que tu cosmovisión actual y tu manera de abordar el trabajo reflejan los principios de las Escrituras? Si no es así, ¿cómo podrías comenzar a cambiar eso? ¿O qué áreas crees que podrían necesitar algún ajuste?

Esta semana, considera apartar un tiempo para hablar de esto con un amigo de confianza, mentor o grupo pequeño, poniendo en práctica el principio de Proverbios 27:17: «El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre» (RVC).

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