Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: LA ILUSIÓN DE LA COMUNICACIÓN, una reflexión de Rick Boxx.
Al principio de mi carrera bancaria, tuve la difícil tarea de comunicarle a uno de nuestros clientes que nuestro comité de préstamos había decidido rechazar su solicitud. Cuando me reuní con esa persona, pensé que le había dado la mala noticia con mucha claridad, gentileza y sensibilidad.
Sin embargo, pronto descubrí que había un problema. Al día siguiente, el cliente llamó y preguntó: «Entonces, ¿cuándo cobraré el cheque de mi préstamo?». Me sorprendí al darme cuenta de que ahora necesitaba comunicar la decisión del banco nuevamente, esta vez de manera más directa y asertiva.
Hay muchas dinámicas involucradas en el proceso de comunicación, pero un modelo simple lo resume en algunas partes esenciales: El remitente (o mensajero); el mensaje; el receptor (o destinatario del mensaje) y la retroalimentación (o respuesta del destinatario). El remitente transmite el mensaje al destinatario previsto de alguna manera, ya sea en persona, por escrito o en forma visual o auditiva. Luego, el destinatario (con suerte) responde de manera similar para confirmar que se ha recibido el mensaje.
Una forma de definir la comunicación, como le gusta decir a un amigo mío, es «el intercambio exitoso del significado». En otras palabras, el remitente y el destinatario están de acuerdo sobre lo dicho y el significado pretendido. Cuando esto no sucede, tenemos una falla en la comunicación.
Eso fue lo que pasó con mi interacción con el cliente del banco. Quise decir una cosa, pero lo que el cliente escuchó y entendió fue algo muy diferente. Como observó el dramaturgo George Bernard Shaw: «El mayor problema en la comunicación es la ilusión de que ha tenido lugar».
¿Cuál es el remedio? ¿Cómo podemos estar seguros de lograr un exitoso intercambio de ideas? Podríamos tomar numerosos cursos sobre teoría y principios de la comunicación, pero una de las mejores fuentes para aprender a comunicarnos eficazmente es leyendo la Biblia. Estas son algunas de sus ideas:
1. Di la verdad. Dar noticias duras, aunque parezca difícil, requiere franqueza, verdad y compasión. Como enseña Zacarías, en el Antiguo Testamento de la Biblia: «Pero ustedes deben hacer lo siguiente: digan la verdad unos a otros. En sus tribunales, pronuncien veredictos que sean justos y que conduzcan a la paz» [Zacarías 8:16 NTV].
2. Comunicarse con compasión. Si no tenemos cuidado, decir la verdad sin sensibilidad puede ser tan doloroso como golpear a alguien con un martillo. Por lo tanto, sin comprometer la verdad que necesitamos transmitir, debemos esforzarnos por comunicarla con la sensibilidad adecuada. «Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad. En cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia» [Efesios 4:14-15 NTV].
3. La verdad conduce a la libertad. Dar noticias no deseadas es una de las tareas más difíciles que debemos realizar. Las relaciones son importantes y las malas noticias pueden poner en peligro una relación valiosa. Sin embargo, no le hacemos ningún favor a la gente cuando intentamos ocultarles la verdad o expresarla de una manera que fácilmente podría malinterpretarse. Como Jesús les dijo a sus seguidores acerca de la Palabra de Dios: «…conocerán la verdad, y la verdad los hará libres!» [Juan 8:31-32 RVC]. La verdad siempre nos hará libres.